En el paraíso añorado... (Enviada, desde Buenos Aires, por Luis Lozano)
1989. Tal vez la misma tarde en la que Patricio se desquitaba sus once años contra el vidrio del camión abandonado atrás de la comisaría. Yo también tenía once y Sierra era un paraíso añorado, el lugar donde una o dos veces al año se suspendía el tiempo de la monótona niñez porteña.
En la foto, los Lozano: mamá, papá, mi hermano Diego y yo, con raya al costado y un jopo que aún me cuesta admitir. Falta mi hermana, seguramente de novia, aprovechando las vacaciones de invierno en Buenos Aires.
Esos “ríos de roca y madera”, conservan todavía algo de esos años. La yarará entre los pajonales, el hotel de los nazis, los tímidos ciervos del Parque Provincial y el pasaporte a un mundo perdido.
Como rezaba el Gordo Troilo, “dicen que me fui de mi barrio. Pero cuándo, cuándo, si siempre estoy volviendo”.
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